Opinión
SOMOS NUESTRA MEMORIA SANAR LAS RAICES, SANAR EL PASADO
Por Boris González Ceja
Eunice no sabe por qué siempre tropieza con la misma piedra, su inseguridad como persona le genera problemas todos los días. Desde niña, fue presa del bullying tanto en su escuela como en su hogar, su hermana mayor siempre la hacía sentir menos, siempre tenía la sensación de que lo que pensaba, estaba mal.
Ese fantasma de la inseguridad la persigue hasta ahora; en su adultez, continúa con miedos e inseguridades; es necesario que Eunice sepa que sanar el pasado para tener un mejor mañana es posible, y es un paso fundamental para llegar a la plenitud.
Si pudiéramos retratar las cargas del pasado que las personas llevan sobre sus hombros, seguramente sería difícil distinguir sus capacidades reales, de entre el cúmulo de culpas, traumas, miedos e inseguridades, que poco a poco van haciendo daño en la vida de la gente.
Algunas personas viven con heridas emocionales ya sea por el abandono de su padre, por omisiones de padres irresponsables, o por errores que bien pudieron evitarse y no fue así. Estas personas tienen problemas de carácter, miedos, o adicciones.
Curar las raíces es complejo en familias donde no se aceptan los errores y no se quieren ver los problemas en los que metieron a sus hijos de manera consiente o inconsciente, por abusos o por falta de atención.
El problema radica en procesos donde las personas no se dan cuenta y repiten errores que no deberían de cometer, y lo que es más sorprendente y un hecho, se heredan entre padres e hijos.
Lo que muchas veces se atribuye a la genética, es en realidad una herencia inconsciente de abusos sin reparar que cargan las personas, y que no se dan cuenta porque no se han dado el espacio para buscar solucionar esos problemas que les causan satisfacción.
La frustración de las personas tiene una explicación, y esa forma de vivir imaginaria con rencor y enojo tiene sus raíces, donde se requiere de profesionales de la psicología para desenterrarlas y conocerlas. La figura de las madres tiene un juego como agente simbólico, donde sus palabras generan procesos violentos o de calma, algunas veces en la indeterminación y la arbitrariedad.
Dice la biblia que Dios sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas, sobre todo a los que creen que saben que están quebrados, que tienen una herida, y que encuentran a las personas adecuadas para subsanar las heridas de la infancia, pensando en que al fin y al cabo la vida está llena de suplencias.
Para sanar las heridas se requiere comprometerse más con uno mismo, con la pareja y con la familia, buscar generar procesos de justicia y reparación del daño, hacer caso a los síntomas de nuestras emociones y por supuesto, buscar ayuda profesional.
El sanar raíces significa entender el pasado, aceptarlo y aprender de todas aquellas decisiones que bien o mal, nos dejaron una enseñanza y un crecimiento. Es soltar y perdonar, no como un regalo hacia la persona que nos haya agraviado, sino como un regalo hacia sí mismo, como una forma de liberarse. Sanar heridas es también agradecer por todo lo vivido, aprender de los errores y tratar de ser y estar mejor cada día.
Causas y azares…
- La Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) del Inegi ofrece un panorama de la pobreza en nuestro país: 2.1 millones de niñas y niños trabajan en labores que implican altos riesgos y que incluso ponen en riesgo sus vidas; es decir, trabajan aún estando debajo de la edad mínima, en ocupaciones peligrosas como la construcción, el trabajo de minería, en el sector agropecuario, en bares o cantinas, entre otros.
- En un caso que atendimos con Karla Quintana como titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, buscamos que se cumpliera en la búsqueda y se respetara el derecho a la participación, dando la familia la información que habían encontrado, donde se le mencionó que se conocía dónde estaba en la cárcel un testigo de una desaparición, su nombre, y ella no hizo nada. Al contrario, meses más tarde informaron que ese testigo había sido asesinado ¿ustedes como le llaman a eso?
Hasta la próxima, que quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones.
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