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Opinión

Si no participas en las elecciones también contribuyes a conformar los órganos de Gobierno

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 “No es posible… Salí sorteada para ser funcionario de casilla!!!” o “Que suertudote… salí sorteado para ser funcionario en las elecciones”, son algunas frases que comúnmente he leído y escuchado en las últimas semanas, por supuesto, en un tono de cinismo, lleno de queja e inconformidad por “tener que” cumplir con un deber cívico; por “tener que” estar tooooodo un domingo “perdiendo” el tiempo.

Lo que más llama mi atención es que la mayoría de las personas que hacen estos comentarios son personas que constantemente se quejan de la situación que atraviesa el país y que promueven la participación de los ciudadanos, en todas las posibles manifestaciones en contra del gobierno (desde no usar tu celular un día, hasta no comprar productos en ciertos comercios); son de esas personas que dicen: “pinche gobierno, no podemos seguir así”; “si seguimos así nos va a cargar la chingada, algo tenemos que hacer” y oh sorpresa!! Cuándo tienen la oportunidad de participar y ser árbitros y testigos  de que por lo menos en una casilla, las elecciones fueron legales, también se quejan!!!

Ciertamente la situación de nuestro Estado y del País en general no es de presumir… Se vive un clima de inseguridad; sabemos que hay corrupción e impunidad; hay carencias prácticamente de todos los servicios públicos: desde educación y atención médica, hasta recolección de basura y pavimentación; sigue creciendo la cifra de personas que viven en situación de pobreza; vemos servidores públicos que saltan de un cargo público a otro sin mayor reparo; vemos edecanes y modelos llegar a ocupar curules sin saber siquiera leer bien… y así, podría hacer una lista interminable de todo lo que no está bien, y aplica en las autoridades de los tres niveles que actualmente rigen nuestro sistema de Gobierno; porque hay quejas para todos los niveles y para los gobiernos de todos los colores, eso ni como negarlo… sin embargo, comienzo a creer que efectivamente tenemos  el gobierno que nos merecemos.

Ser funcionario de mesa directiva de casilla es un privilegio y es una obligación.  Por un día, tú, como ciudadano ajeno a la vida política, tendrás la oportunidad de ser una autoridad electoral.  No se trata de “perder tooooodo el domingo” repartiendo boletas electorales, ojalá pudiéramos entender la importancia de nuestra participación en estos procesos, tanto como elector como funcionario.

Primero que nada, el ir a votar no solo es un derecho, es un deber, es nuestra obligación… y la consecuencia por no cumplir con tu obligación es evidente… logran llegar a ocupar cargos públicos muchas personas que no tienen ni la más mínima idea de lo que es la administración pública o legislar.  Si no saliste a votar, no te quejes de quienes integran los órganos de gobierno, la omisión de tu voto también contribuyó a conformarlos.

Ahora bien… el hecho de que las mesas directivas de las casillas sean integradas por ciudadanos, garantiza: uno, que los votos se cuenten correctamente; dos, que efectivamente los ciudadanos que acudan a votar lo hagan de forma libre y secreta; tres, que se mantenga el orden dentro de las casillas; cuatro, que los representantes de los partidos políticos realicen sus funciones sin intervenir en el proceso de votación… nuestro sistema electoral está diseñado para ser de lo más democrático y trasparente que pueda haber… es sólo cuestión de creérnosla y empoderarnos como ciudadanos, dispuestos a asumir las responsabilidades que nos corresponden.

Es aquí en dónde inicia la verdadera participación ciudadana.  No en marchas y manifestaciones; no posteando imágenes con frases ofensivas; mucho menos despotricando en contra de algún político en una charla de café con tus amigos o en las comidas familiares.  Y con esto no quiero decir que no sean válidas esas manifestaciones de inconformidad, lo que quiero decir es que, efectivamente la única forma de lograr construir procesos democráticos reales, es a través de la participación de todos los ciudadanos y la forma más simple de participar es cumpliendo con estas dos pequeñas pero importantes tareas: salir a votar y ser funcionario de mesa directiva de casilla.

En todos los procesos electorales unos ganarán y otros perderán y como ciudadanos, también debemos aprender a aceptar que no siempre resultará electo el candidato por el que nosotros votemos.  El ser funcionario en una casilla no quiere decir que tenga que ganar el candidato con el que simpatizamos… existe la posibilidad de que en esa casilla gane el candidato que consideres menos idóneo, o es más, hasta puede ganar el que más gordo te caiga…  sin embargo, tendrás las certeza de que fue legal; de que así fue como votaron los ciudadanos… El tema de cómo es que esa persona se convenció de votar por tal o cual candidato, es otro tema, que por supuesto valdría la pena analizar en otro momento… por lo pronto, como funcionario de la mesa directiva de tu sección electoral, podrás tener la oportunidad de garantizar que todos los ciudadanos que acudan ese día emitan su voto libremente, que se desarrolle en orden la votación, que los votos sean contados correctamente, que los paquetes electorales sean entregados de forma correcta a los consejos distritales correspondientes y todo esto, no es cualquier cosa… ojalá llegue el día en que todas las mesas directivas de las casillas electorales que se instalan en el país, puedan garantizar todo esto.

No podemos mantenernos en la constante queja, en el permanente reclamo y no querer participar un día, cada tres años en un proceso electoral.

Salí sorteada para ser funcionaria de mesa directiva de casilla en las próximas elecciones del 07 de junio y si me eligen para formar parte de la mesa directiva de la casilla de la sección electoral que me corresponde, lo haré con muchísimo gusto de poder participar y me comprometo a garantizar que se respeten los principios rectores de la función electoral: certeza, legalidad, imparcialidad, máxima publicidad, independencia y objetividad.

Alejandra Celis Asesor legislativo

Opinión

La Herencia de la Familia González Rodríguez: Un Laberinto de Corrupción y Poder

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Amaury Sánchez

La historia de la herencia de la familia González Rodríguez se ha convertido en un verdadero culebrón que pone de manifiesto las sombras que acechan a la justicia en Jalisco.

En un escenario donde un testamento legal designa claramente a Luis Rabinal González Rodríguez comoalbacea, la irrupción de sus sobrinos con laberintos legales logran imponer a Alejandro Escoto Ratcovich, en una sucesión intestamentaria ilegal, plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la influencia de intereses oscuros.

El Juez Octavo de lo Familiar, al parecer, ha decidido apoyar a un individuo que no tiene lazos familiares con los González Rodríguez, mientras que los verdaderos herederos se ven atrapados en un laberinto de maniobras legales que parecen más un juego de ajedrez que un proceso de sucesión.

La situación se complica aún más con la intervención de los hermanos González Uyeda, quienes, con sus peripecias legales, han dejado a los herederos en un estado de indefensión, lo que sugiere un alarmante nivel de fraude procesal y usurpación de funciones.

Lo que se presenta como un caso legal se revela, a través de los murmullos de quienes conocen la situación, como un entramado político de altas influencias. La colusión entre el poder judicial y ciertos grupos empresariales, representados por los sobrinos Abraham y Masayi, es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden prevalecer sobre la justicia. Estos individuos, que se presentan como defensores del «fair play» corporativo en foros como COPARMEX y CONCANACO, parecen haber olvidado los principios de ética y transparencia que predican.

La situación es aún más preocupante cuando consideramos que este caso podría ser uno de los más corruptos en la historia de Jalisco, y quizás de México. La manipulación de la ley y el uso de influencias para despojar a los legítimos herederos de su patrimonio no solo es un ataque a la familia González Rodríguez, sino un golpe a la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de lo que está en juego. Este no es solo un asunto familiar; es un reflejo de cómo el poder y el dinero pueden corromper el sistema judicial y despojar a las personas de sus derechos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán las autoridades para restaurar la justicia en este caso? ¿Se permitirá que la corrupción y la impunidad sigan reinando en Jalisco? Queridos amigos, es momento de alzar la voz y exigir transparencia y justicia.

La herencia de la familia González Rodríguez no debe ser solo un tema de interés local, sino un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un Jalisco más justo y equitativo. ¿Qué opinan ustedes? La respuesta a esta pregunta podría ser el primer paso hacia un cambio necesario.

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Opinión

ES IMPERATIVO EL ESTADO DE DERECHO

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*Por Juan Carlos Hernández Ascencio.

Haciendo imperar el Estado de Derecho, una vez más los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostraron sentido ético y práctico en la revisión de la llamada controversia constitucional de reforma judicial, no se esperaba otro resultado para el país. Por lo que, suponemos que en la inteligencia de esa decisión es la salvaguarda de los principios basados en la ley y solo en ello y no otro propósito.

De parte de los integrantes de la Suprema Corte,quienes justo argumentaron que los motivos de su decisión fueron sustentados conforme a derecho; pues pensar en que la constitución política se puede manipular al gusto y capricho de quien sea es un despropósito de no querer la estabilidad política y social de este país, es decir por lo tensa que esté o se pueda poner la situación, no es propicia para generar complicaciones. En la votación hecha de los once ministros que aún conforman el pleno, tres ya muy conocidos votaron en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones de la temática presentada en un primer escenario.

Sin embargo, este fue el primer episodio, porque ya al entrar a el estudio profundo de la situación del tema ya no fue posible la votación en el mismo sentido y usted ya sabe el resultado final.

Hay que entender que las leyes están para cumplirlas, y para hacerse cumplir, si esto es así, solo queda hacer respetar el estado de derecho, ante ello se ha valoradola determinación conforme a los ministros que han mostrado sensibilidad también al llamado de la ciudadanía por conservar la justicia como es y como está hoy dia. Con la estructura como opera, con su carrera profesional y de especialización, que es un baluarte que ha hecho que su personal en todos los niveles puedan contar con la suficiente capacitación para desempeñar el no menos importante trabajo de impartir justicia a cabalidad.

Pese a que no quedará ahí pues hay otros “idealistas salvadores de la patria” que han anunciado la no aceptación de estas decisiones del pleno de los ministros, y harán valer, ahora que, por que sí, su razón política de no aceptar tal decisión, esto se va a poner más polémico de lo que se pensaba. Vaya momentos por los que atraviesa el país. Sus razones e intereses tendrán, empero lo que no debe hacerse es llevarlo a otros niveles de no diálogo y entendimiento.

Es necesario recordar la sana división de poderes yque es de relevante importancia la obligación de respetar la ley, todos; sin embargo, qué será lo que nose entiende, para sí hacerlo es el tener instituciones fincadas en la solvencia ética y profesional, que fundamente y sostengan el respeto al estado de derecho, a quién le hace mal, que México cuente con jueces, ministros, y demás personal entregados a su labor sin distinción y compromiso alguno tergiversado que no sea solo el de cumplir la ley y buscar el  bien común en las decisiones tomadas conforme a esta.

Más bien que sea el tiempo de que venga la paz social ahuyentando los demonios desestabilizadores del país y generando mejor la participación de la ciudadanía en el interesante proceso de trasformación de México, pues la democracia nos necesita una y otra vez. Sea como sea y venga lo que venga no dejemos que el país se desmorone, la paz pública descansa siempre en las instituciones creadas para tal fin, el derecho intrínseco de la ciudadanía se sostiene, en la simbiosis y el buen modo de emplear la integridad y honestidad de ejercerlo sin prebendas, compromisos o arrebatos. Edifiquemos para bien, sin menoscabar lo construido hasta ahora. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.

 

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Opinión

Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!

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Por: Amaury Fdo. Sánchez González

Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.

El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.

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