Opinión
Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!

Por: Amaury Fdo. Sánchez González
Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.
El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.
Opinión
Deuda en dólares, presión en pesos: el costo real de un peso débil

Por Miguel Ángel Ruvalcaba Molina
En las últimas semanas, la depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense ha encendido alertas. Si bien las fluctuaciones del tipo de cambio forman parte de la dinámica de los mercados internacionales, lo preocupante no es solo su variabilidad, sino el profundo impacto que tiene en las finanzas públicas, particularmente en la deuda externa del país.
Una parte sustancial de la deuda pública mexicana está denominada en moneda extranjera, sobre todo en dólares. Esto significa que cada vez que el peso pierde valor frente al dólar, el monto que México debe pagar —medido en pesos— se incrementa automáticamente. No se trata de una interpretación política ni de una suposición alarmista, sino de una realidad contable. Y cuando hablamos de cientos de miles de millones de dólares, una variación de apenas unos centavos puede implicar miles de millones de pesos adicionales en obligaciones.
Este efecto genera una presión doble sobre el presupuesto público. Por un lado, encarece el servicio de la deuda —intereses y amortizaciones—; por el otro, reduce la capacidad del Estado para invertir en áreas estratégicas como infraestructura, salud, educación o seguridad. En términos simples, se gasta más en pagar deudas y menos en construir futuro.
La deuda pública, en sí misma, no es negativa. Bien administrada, puede ser una herramienta para detonar desarrollo o enfrentar emergencias. El verdadero problema surge cuando el crecimiento de esa deuda no responde a decisiones soberanas, sino a factores externos, como la depreciación cambiaria. En ese caso, la vulnerabilidad se vuelve estructural.
Urge repensar la estrategia de endeudamiento público. México necesita una política macroeconómica sólida, que incluya mecanismos de cobertura cambiaria para la deuda en divisa extranjera, así como una disciplina fiscal que reduzca la exposición a riesgos externos. Es igualmente importante disminuir, de manera progresiva y sostenible, la proporción de deuda pública en moneda extranjera.
La estabilidad del peso no es solo un indicador para los mercados; es un factor clave de soberanía financiera. Cada punto porcentual que pierde nuestra moneda representa una carga silenciosa pero creciente para las generaciones futuras. Es momento de dejar de subestimar las consecuencias de un peso débil y asumir este reto con visión de Estado.
Opinión
La amenaza de aranceles de Trump sacude la confianza económica

Por Miguel Ángel Ruvalcaba Molina
La retórica comercial del presidente Donald Trump ha vuelto a encender las alarmas en los mercados financieros. Con una amenaza renovada de imponer aranceles a productos provenientes de México y Canadá, el mandatario ha revivido uno de los temores más persistentes para la economía norteamericana: la volatilidad provocada por decisiones unilaterales.
Para México y Canadá, socios estratégicos en el T-MEC, este tipo de anuncios no solo representan un retroceso en los avances logrados en materia de integración económica, sino también una fuente de incertidumbre que frena inversiones, deprecia monedas y eleva el costo del financiamiento. En el caso mexicano, los mercados ya han reaccionado con movimientos en el tipo de cambio y una mayor cautela en la toma de decisiones corporativas. La posibilidad de que se impongan aranceles a sectores clave —como el automotriz o el agroindustrial— afecta directamente la confianza de los inversionistas y pone en riesgo miles de empleos.
Lo más preocupante no es solo la amenaza en sí, sino la señal que envía: que los compromisos comerciales pueden ser desechados por intereses políticos de corto plazo. Para los mercados financieros, la confianza es el activo más valioso. Y cuando la palabra de un país se vuelve impredecible, los capitales tienden a buscar refugio en plazas más estables.
México y Canadá deberán prepararse para un escenario más incierto en los próximos meses. Diversificar mercados, fortalecer cadenas de valor regionales y apostar por la innovación serán estrategias esenciales. Pero también es momento de alzar la voz y defender el libre comercio como motor de desarrollo compartido. La estabilidad económica de América del Norte no puede estar sujeta a caprichos electorales.
Opinión
Somos Nuestra Memoria LO QUE EL ESTRÉS LE HA HECHO A MI CUERPO

Por Boris González Ceja
Muelas que se rompen por el bruxismo, problemas intestinales por ansiedad, dolor crónico de los hombros por energía mal aplicada… y un largo etcétera. Las personas padecen problemas médicos a causa de su psicologia, con afectaciones muy serias contra su salud, economía y familia, pero ellos siguen negándolo todo.
El estrés lo define la OMS como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil de resolver para la persona. Todos tenemos un cierto grado de estrés en la vida diaria, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos. Es la forma en que reaccionamos al estrés lo que marca el modo en que afecta a nuestro bienestar. Un delincuente de cuello blanco o negro tiene altos grados de estrés porque saben que algún día caerán (su libertad, su pelo y su fortuna).
Son distintas las afectaciones físicas que una deficiente salud mental genera, sobre todo cuando es descuidada, se hace menos o se quiere ignorar: por ejemplo, existen problemas con el cabello (caída temporal o permanente), aunque muchas veces se le hecha la culpa a la herencia, ese mítico tiempo que nos heredaron nuestros padres con sus palabras y pensamientos, ignorando que la herencia también es psicológica a través de comportamientos, con actitudes insconscientes, abusos y malas prácticas. Algo similar sucede con las canas prematuras.
El dolor de cabeza es otra de las formas en la que se aprecia lo que el estrés le ha hecho a mi cuerpo, con una jaqueca del demonio y con pocas explicaciones, donde las migrañas se hacen tan comunes como la necedad de buscar ayuda profesional con psicologos capacitados.
También el insomnio (problemas para conciliar o mantener el sueño) son problemas relacionados con las malas decisiones, los deseos insatisfechos o portarse mal, aunque esto no es una regla, pero si es generalizado.
Otros saldos negativos del estrés contra la propia personason problemas de la piel, brotes hormonales de acné, alergias, donde el cuerpo responde de forma automática a problemas psicológicos inconcebibles para nosotros, y los tramita.
No olvidamos los problemas como la fibromialgia, el dolor crónico y el debilitamiento del sistema inmunitario, donde se comprometen problemas relacionados desde la psicología con el proceso fisiológico en su intimidad.
Otros de los problemas orgánicos que conocemos tienen su historia en la psicología son las enfermedades cardiacas,obesidad, problemas respiratorios como el asma, dolor muscular y de espalda, o comunes como manos y pies frios o sudorosos, anunciando procesos de ansiedad.
Ni hablar de los problemas del estrés que generan un exceso y acumulación de grasa abdominal, algo que para muchos no nos es ajeno, aunque quisiéramos otra versión de la historia. Y aquí pueden enlistarse problemas digestivos, con mayor sensibilidad al dolor y distensión, o problemas intestinales que tienen su origen en lo que vulgarmente se conoce como colitis nerviosa.
Otras de las formas de aparición del estrés en el cuerpo es con la disfunción sexual en hombres, con una notoria disfunción eréctil o impotencia sexual, que tiene su origen y su solución en la psicología, cuando corresponde. Tambien puede llegar a verse comprometida la salud reproductiva de los hombres, con bajo recuento de espermatozoides y no poder tener hijos.
En el caso de las mujeres el estrés tiene su forma particular de aparición con dificultad en la excitación sexual o el orgasmo, generando cuadros de dolor y de no querer saber más del sexo. En la salud reproductiva de las mujeres, el estrés llega a hacerse presente con incapacidad de embarazarse, o con períodos menstruales irregulares o faltantes.
Como puede observarse, encontramos una larga lista de la herencia maldita que tenemos de la violencia en nuestra vida, con estrés negativo que nos afecta en nuestro rendimiento sexual, familiar, de pareja, laboral, etcétera.
Causas y azares…
Hasta la próxima, que la belleza es una sensación física, algo que sentimos con todo el cuerpo.
Conoce más en: https://linktr.ee/psicologiaparati
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