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Opinión

RE-EVOLUCIÓN S.C.J.N. Jalisco: A cerrar filas

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Francisco Jiménez Reynoso

Una de las demandas más importantes de la ciudadanía es en relación a la administración de justicia.

Sabemos que el máximo órgano jurisdiccional del país es la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Misma que es integrada por 11 Ministros, en sus hombros recae la responsabilidad de administrar el máximo nivel de justicia en México.

Jalisco ha aportado grandes juristas que brillaron en su momento a nivel nacional: Ignacio Luis Vallarta Ogazón, oriundo de Guadalajara, Jalisco (25 de agosto de 1830, 31 de diciembre de 1893) quien se desempeño como Gobernador de Jalisco, Secretario de Gobernación, Secretario de Relaciones Exteriores y Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Otro jurista tapatio destacado fue Don Mariano Otero y Mestas (4 de febrero de 1817). Estudió en el Instituto del Estado de Jalisco, en donde a la edad de 18 años se graduó como licenciado en Derecho, comenzando a ejercer como abogado pues pronto fue reconocido como gran orador.

El 3 de mayo de 1843 Otero fue detenido, junto con Mariano Riva Palacio y José María Lafragua, acusados de promover una revolución, supuestamente encabezada por Juan Álvarez. Ante la injusticia presentada durante su proceso, Otero ideó y proyectó la defensa de los derechos y garantías de los ciudadanos ante la autoridad, así surgió la formulación del Juicio de Amparo, mismo que fue incorporado a la Constitución de 1857.

En este momento, Jalisco tiene un serio aspirante a ocupar el más alto grado para administrar e impartir justicia en México, ocupando un espacio como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, su nombre es Mario Alberto Domínguez Trejo, nacido en Guadalajara, Jalisco, Abogado de nuestra facultad de Derecho de la Universidad de Guadalajara, es doctor en Derecho con mención Honorifica de la Escuela Libre de Derecho en Culiacán, Sinaloa, se ha desempeñado en el poder judicial desde los más modestos cargos, llegando a ser Juez de Distrito del 2008 al 2011 y en el mismo año 2011 fue ungido como Magistrado de circuito adscrito al Tercer Tribunal Colegiado del centro auxiliar de la tercera región con sede en Guadalajara, Jalisco.

Hablar del Doctor en Derecho y Magistrado Mario Alberto Domínguez Trejo, es hablar de experiencia y liderazgo, pues así lo avala su trayectoria en virtud de que fue Director Jurídico Nacional de la Asociación Nacional de Magistrados y Jueces de Distrito 2013-2014. Actualmente es miembro de la Comisión de Vigilancia de la Asociación Nacional de Magistrados y Jueces de Distrito.  Mantiene Diversas actividades académicas como docente en el Instituto de la Judicatura Federal y en algunas universidades del país.

Jalisco necesita representatividad en el máximo órgano jurisdiccional del país, cerremos filas y apoyemos a Mario Alberto Domínguez Trejo, independientemente de colores partidistas o  filias, todos los jaliscienses debemos apoyar a un serio candidato a desempeñarse como Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Pues como nos hemos dado cuenta, quiere y puede con la responsabilidad.

 

jimenezabogado@gmail.com       

Opinión

La Herencia de la Familia González Rodríguez: Un Laberinto de Corrupción y Poder

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Amaury Sánchez

La historia de la herencia de la familia González Rodríguez se ha convertido en un verdadero culebrón que pone de manifiesto las sombras que acechan a la justicia en Jalisco.

En un escenario donde un testamento legal designa claramente a Luis Rabinal González Rodríguez comoalbacea, la irrupción de sus sobrinos con laberintos legales logran imponer a Alejandro Escoto Ratcovich, en una sucesión intestamentaria ilegal, plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la influencia de intereses oscuros.

El Juez Octavo de lo Familiar, al parecer, ha decidido apoyar a un individuo que no tiene lazos familiares con los González Rodríguez, mientras que los verdaderos herederos se ven atrapados en un laberinto de maniobras legales que parecen más un juego de ajedrez que un proceso de sucesión.

La situación se complica aún más con la intervención de los hermanos González Uyeda, quienes, con sus peripecias legales, han dejado a los herederos en un estado de indefensión, lo que sugiere un alarmante nivel de fraude procesal y usurpación de funciones.

Lo que se presenta como un caso legal se revela, a través de los murmullos de quienes conocen la situación, como un entramado político de altas influencias. La colusión entre el poder judicial y ciertos grupos empresariales, representados por los sobrinos Abraham y Masayi, es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden prevalecer sobre la justicia. Estos individuos, que se presentan como defensores del «fair play» corporativo en foros como COPARMEX y CONCANACO, parecen haber olvidado los principios de ética y transparencia que predican.

La situación es aún más preocupante cuando consideramos que este caso podría ser uno de los más corruptos en la historia de Jalisco, y quizás de México. La manipulación de la ley y el uso de influencias para despojar a los legítimos herederos de su patrimonio no solo es un ataque a la familia González Rodríguez, sino un golpe a la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de lo que está en juego. Este no es solo un asunto familiar; es un reflejo de cómo el poder y el dinero pueden corromper el sistema judicial y despojar a las personas de sus derechos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán las autoridades para restaurar la justicia en este caso? ¿Se permitirá que la corrupción y la impunidad sigan reinando en Jalisco? Queridos amigos, es momento de alzar la voz y exigir transparencia y justicia.

La herencia de la familia González Rodríguez no debe ser solo un tema de interés local, sino un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un Jalisco más justo y equitativo. ¿Qué opinan ustedes? La respuesta a esta pregunta podría ser el primer paso hacia un cambio necesario.

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Opinión

ES IMPERATIVO EL ESTADO DE DERECHO

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*Por Juan Carlos Hernández Ascencio.

Haciendo imperar el Estado de Derecho, una vez más los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostraron sentido ético y práctico en la revisión de la llamada controversia constitucional de reforma judicial, no se esperaba otro resultado para el país. Por lo que, suponemos que en la inteligencia de esa decisión es la salvaguarda de los principios basados en la ley y solo en ello y no otro propósito.

De parte de los integrantes de la Suprema Corte,quienes justo argumentaron que los motivos de su decisión fueron sustentados conforme a derecho; pues pensar en que la constitución política se puede manipular al gusto y capricho de quien sea es un despropósito de no querer la estabilidad política y social de este país, es decir por lo tensa que esté o se pueda poner la situación, no es propicia para generar complicaciones. En la votación hecha de los once ministros que aún conforman el pleno, tres ya muy conocidos votaron en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones de la temática presentada en un primer escenario.

Sin embargo, este fue el primer episodio, porque ya al entrar a el estudio profundo de la situación del tema ya no fue posible la votación en el mismo sentido y usted ya sabe el resultado final.

Hay que entender que las leyes están para cumplirlas, y para hacerse cumplir, si esto es así, solo queda hacer respetar el estado de derecho, ante ello se ha valoradola determinación conforme a los ministros que han mostrado sensibilidad también al llamado de la ciudadanía por conservar la justicia como es y como está hoy dia. Con la estructura como opera, con su carrera profesional y de especialización, que es un baluarte que ha hecho que su personal en todos los niveles puedan contar con la suficiente capacitación para desempeñar el no menos importante trabajo de impartir justicia a cabalidad.

Pese a que no quedará ahí pues hay otros “idealistas salvadores de la patria” que han anunciado la no aceptación de estas decisiones del pleno de los ministros, y harán valer, ahora que, por que sí, su razón política de no aceptar tal decisión, esto se va a poner más polémico de lo que se pensaba. Vaya momentos por los que atraviesa el país. Sus razones e intereses tendrán, empero lo que no debe hacerse es llevarlo a otros niveles de no diálogo y entendimiento.

Es necesario recordar la sana división de poderes yque es de relevante importancia la obligación de respetar la ley, todos; sin embargo, qué será lo que nose entiende, para sí hacerlo es el tener instituciones fincadas en la solvencia ética y profesional, que fundamente y sostengan el respeto al estado de derecho, a quién le hace mal, que México cuente con jueces, ministros, y demás personal entregados a su labor sin distinción y compromiso alguno tergiversado que no sea solo el de cumplir la ley y buscar el  bien común en las decisiones tomadas conforme a esta.

Más bien que sea el tiempo de que venga la paz social ahuyentando los demonios desestabilizadores del país y generando mejor la participación de la ciudadanía en el interesante proceso de trasformación de México, pues la democracia nos necesita una y otra vez. Sea como sea y venga lo que venga no dejemos que el país se desmorone, la paz pública descansa siempre en las instituciones creadas para tal fin, el derecho intrínseco de la ciudadanía se sostiene, en la simbiosis y el buen modo de emplear la integridad y honestidad de ejercerlo sin prebendas, compromisos o arrebatos. Edifiquemos para bien, sin menoscabar lo construido hasta ahora. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.

 

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Opinión

Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!

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Por: Amaury Fdo. Sánchez González

Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.

El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.

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