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Opinión

La violación sistemática de la Constitución…

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En nuestro país es muy frecuente observar retenes y volantas con el objetivo de verificar que el ciudadano no porte armas y drogas, asimismo se están implementando los ya famosos alcoholímetros para comprobar que el automovilista no se encuentre en estado de ebriedad y últimamente que no se encuentre también bajo el influjo de algún estupefaciente, considero que estas medidas son importantes y bien intencionadas. Pero mientras no se legisle para reformar el artículo 16 de la Constitución Política Federal, estas acciones seguirán siendo anticonstitucionales.

El artículo 16 establece que nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio, papeles o posiciones, sino en virtud de mandamiento escrito de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal del procedimiento. Es decir, ningún ciudadano deberá ser molestado si la persona que interviene en la detención no le muestra un documento expedido por alguna autoridad, en donde ésta le señale que ha cometido algún delito o una infracción.

Por años los mexicanos hemos tenido que soportar que militares, policías de todos los niveles y agentes viales nos detengan y nos obliguen a descender de nuestro auto para llevar a cabo una revisión de nuestra persona y vehículo, con el pretexto de que todo este en regla según ellos. Además, en la mayoría de los casos somos tratados como verdaderos delincuentes, si te resistes a ser revisado o les mencionas que están violando tus garantías individuales te va peor.

Lamentablemente quienes deben de respetar y hacer respetar la ley, son los primeros en infringirla, debemos de exigir que seamos tratados como lo que somos, ciudadanos honestos, que nuestro único delito es conducir un automóvil y que a juicio o criterio de algún individuo perteneciente a alguna corporación policiaca somos sospechosos, que la verdad, si comparamos la imagen y personalidad de estos ejemplares con la de un delincuente, no encontramos diferencia alguna. Lo que sí deben de realizar las autoridades es detener a los verdaderos delincuentes que a diario circulan en autos sin placas, vidrios polarizados e individuos que se bajan portando armas a cualquier hora del día y a la vista de todo mundo con toda la impunidad, sin que exista autoridad policiaca que los moleste, ahí es en donde se debería de aplicar todo el peso de la ley, y no en contra de los simples y mortales ciudadanos que transitamos por las carreteras y calles de este país.

Por otro lado, tenemos los ya conocidos retenes que colocan los malandrines que se dedican a extorsionar a los conductores, en donde los despojan de su auto y pertenencias, y en el peor de los casos les causan la muerte. Es ahí en donde debería de estar la autoridad protegiendo a la sociedad y no molestándola, la verdad no sabe uno a quien tenerle más miedo, si al delincuente o al policía, o a ambos por igual.

Considero importante que la autoridad debe de generar seguridad al ciudadano y no temor, desde hace mucho tiempo la sociedad no se siente protegida por quienes los gobiernan, mientras éstos son revisados y ultrajados en los famosos retenes, los delincuentes están robando en su casa o negocio, de ahí la desconfianza que han generado los cuerpos policiacos entre la población. Señores gobernantes, inviertan más en policías bien preparados que sean profesionales y cuenten con un mayor compromiso hacia la comunidad, así como dotarlos de mayor equipo y patrullas para que puedan combatir y enfrentar a la delincuencia, sólo así podrán ganarse la confianza de la sociedad. Repito, no estoy en desacuerdo en que la autoridad trate de proteger la integridad de la ciudadanía, pero respetando las leyes que imperan, si para implementar alguna medida tienen que hacer reformas a la ley, pues que la hagan, y así nadie los va a cuestionar ya que están haciendo las cosas apegadas a la normatividad que nos rige. Recordemos que vivimos en un Estado de derecho y este debe de ser respetado por todos, pero principalmente por quienes aplican la ley. O como diría mi abuela, cuando un servidor público ocupa un cargo protesta cumplir y hacer cumplir la ley, y si no lo hace, que la sociedad se lo reclamé, y en este caso aplica este supuesto ¿No lo creen?

Marcos Antonio Santoyo Bernal

Opinión

La Herencia de la Familia González Rodríguez: Un Laberinto de Corrupción y Poder

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Amaury Sánchez

La historia de la herencia de la familia González Rodríguez se ha convertido en un verdadero culebrón que pone de manifiesto las sombras que acechan a la justicia en Jalisco.

En un escenario donde un testamento legal designa claramente a Luis Rabinal González Rodríguez comoalbacea, la irrupción de sus sobrinos con laberintos legales logran imponer a Alejandro Escoto Ratcovich, en una sucesión intestamentaria ilegal, plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la influencia de intereses oscuros.

El Juez Octavo de lo Familiar, al parecer, ha decidido apoyar a un individuo que no tiene lazos familiares con los González Rodríguez, mientras que los verdaderos herederos se ven atrapados en un laberinto de maniobras legales que parecen más un juego de ajedrez que un proceso de sucesión.

La situación se complica aún más con la intervención de los hermanos González Uyeda, quienes, con sus peripecias legales, han dejado a los herederos en un estado de indefensión, lo que sugiere un alarmante nivel de fraude procesal y usurpación de funciones.

Lo que se presenta como un caso legal se revela, a través de los murmullos de quienes conocen la situación, como un entramado político de altas influencias. La colusión entre el poder judicial y ciertos grupos empresariales, representados por los sobrinos Abraham y Masayi, es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden prevalecer sobre la justicia. Estos individuos, que se presentan como defensores del «fair play» corporativo en foros como COPARMEX y CONCANACO, parecen haber olvidado los principios de ética y transparencia que predican.

La situación es aún más preocupante cuando consideramos que este caso podría ser uno de los más corruptos en la historia de Jalisco, y quizás de México. La manipulación de la ley y el uso de influencias para despojar a los legítimos herederos de su patrimonio no solo es un ataque a la familia González Rodríguez, sino un golpe a la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de lo que está en juego. Este no es solo un asunto familiar; es un reflejo de cómo el poder y el dinero pueden corromper el sistema judicial y despojar a las personas de sus derechos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán las autoridades para restaurar la justicia en este caso? ¿Se permitirá que la corrupción y la impunidad sigan reinando en Jalisco? Queridos amigos, es momento de alzar la voz y exigir transparencia y justicia.

La herencia de la familia González Rodríguez no debe ser solo un tema de interés local, sino un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un Jalisco más justo y equitativo. ¿Qué opinan ustedes? La respuesta a esta pregunta podría ser el primer paso hacia un cambio necesario.

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Opinión

ES IMPERATIVO EL ESTADO DE DERECHO

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*Por Juan Carlos Hernández Ascencio.

Haciendo imperar el Estado de Derecho, una vez más los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostraron sentido ético y práctico en la revisión de la llamada controversia constitucional de reforma judicial, no se esperaba otro resultado para el país. Por lo que, suponemos que en la inteligencia de esa decisión es la salvaguarda de los principios basados en la ley y solo en ello y no otro propósito.

De parte de los integrantes de la Suprema Corte,quienes justo argumentaron que los motivos de su decisión fueron sustentados conforme a derecho; pues pensar en que la constitución política se puede manipular al gusto y capricho de quien sea es un despropósito de no querer la estabilidad política y social de este país, es decir por lo tensa que esté o se pueda poner la situación, no es propicia para generar complicaciones. En la votación hecha de los once ministros que aún conforman el pleno, tres ya muy conocidos votaron en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones de la temática presentada en un primer escenario.

Sin embargo, este fue el primer episodio, porque ya al entrar a el estudio profundo de la situación del tema ya no fue posible la votación en el mismo sentido y usted ya sabe el resultado final.

Hay que entender que las leyes están para cumplirlas, y para hacerse cumplir, si esto es así, solo queda hacer respetar el estado de derecho, ante ello se ha valoradola determinación conforme a los ministros que han mostrado sensibilidad también al llamado de la ciudadanía por conservar la justicia como es y como está hoy dia. Con la estructura como opera, con su carrera profesional y de especialización, que es un baluarte que ha hecho que su personal en todos los niveles puedan contar con la suficiente capacitación para desempeñar el no menos importante trabajo de impartir justicia a cabalidad.

Pese a que no quedará ahí pues hay otros “idealistas salvadores de la patria” que han anunciado la no aceptación de estas decisiones del pleno de los ministros, y harán valer, ahora que, por que sí, su razón política de no aceptar tal decisión, esto se va a poner más polémico de lo que se pensaba. Vaya momentos por los que atraviesa el país. Sus razones e intereses tendrán, empero lo que no debe hacerse es llevarlo a otros niveles de no diálogo y entendimiento.

Es necesario recordar la sana división de poderes yque es de relevante importancia la obligación de respetar la ley, todos; sin embargo, qué será lo que nose entiende, para sí hacerlo es el tener instituciones fincadas en la solvencia ética y profesional, que fundamente y sostengan el respeto al estado de derecho, a quién le hace mal, que México cuente con jueces, ministros, y demás personal entregados a su labor sin distinción y compromiso alguno tergiversado que no sea solo el de cumplir la ley y buscar el  bien común en las decisiones tomadas conforme a esta.

Más bien que sea el tiempo de que venga la paz social ahuyentando los demonios desestabilizadores del país y generando mejor la participación de la ciudadanía en el interesante proceso de trasformación de México, pues la democracia nos necesita una y otra vez. Sea como sea y venga lo que venga no dejemos que el país se desmorone, la paz pública descansa siempre en las instituciones creadas para tal fin, el derecho intrínseco de la ciudadanía se sostiene, en la simbiosis y el buen modo de emplear la integridad y honestidad de ejercerlo sin prebendas, compromisos o arrebatos. Edifiquemos para bien, sin menoscabar lo construido hasta ahora. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.

 

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Opinión

Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!

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Por: Amaury Fdo. Sánchez González

Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.

El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.

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