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Opinión

La muerte para los mexicanos…

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Nuestras tradiciones y costumbres, son las que distinguen y le dan esencia al mexicano, esta riqueza cultural que nos heredaron nuestros ancestros es algo que debemos de valorar, cuidar y continuar con ellas. Aquí entra la música, las danzas, las artesanías, los rituales y todo tipo de celebraciones que se han venido realizando desde la época prehispánica hasta la fecha en nuestro país.

El día de muertos era un ritual en donde nuestros grupos étnicos conservaban los cráneos de los fallecidos como símbolos para ser mostrados durante las ceremonias que representaban a la muerte. Actualmente ésta festividad se lleva a cabo los días 1 y 2 de noviembre en todo el país, principalmente en Pátzcuaro y Janitzio en Michoacán, así como en las poblaciones de Cuetzalán, Puebla; Tláhuac, Xochimilco y Mixquic cerca de la ciudad de México y en poblaciones del Istmo de Tehuantepec entre otras.

Por su importancia, esta tradición es festejada por la mayoría de los mexicanos, convirtiéndose en toda una festividad nacional. Incluso, durante la 30ª sesión de la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1999, distingue a esta tradición con el nombre de “Proclamación de Obras Maestras de Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad”. En 2003 la propia UNESCO declara el día de muertos como “Obra Maestra del Patrimonio Cultural de la Humanidad”

Los mexicanos veneran, honran y se burlan de la muerte, son características que identifican a nuestra cultura en este aspecto. Pero también le tienen un gran respeto, éstos llevan a cabo todo un ritual, cuando un familiar muere, le lloran, le rezan, le dan santa sepultura y posteriormente llevan a cabo el famoso novenario, es decir, le rezan por nueve días el rosario a la persona fallecida.

Aunado a esta celebración se instala el altar de muerto, esta tradición inicia en la época precolombina, en donde los antiguos mesoamericanos decapitaban a las personas y conservaban sus cabezas en un altar a la vista de todos para honrar a sus dioses, a este ritual le llamaban. Tzompantli. Con la llegada de los españoles el altar de muerto recibe un toque más religioso y místico, en donde se le integran ofrendas como alimentos y frutas que no existían en América, también se colocaban Cristos, santos y cruces, desde entonces el altar es una combinación de dos culturas, la mexicana y la europea.

La instalación del altar de muertos consta de siete niveles: primero, se pone la foto del santo o virgen de la devoción; segundo, es para las ánimas del purgatorio, tercero, se pone sal para los niños del purgatorio; cuarto, se coloca pan de muerto; quinto, se ponen los alimentos preferidos del difunto; sexto, se coloca la foto a quien se dedica el altar; y séptimo, se instala la cruz de un rosario hecho de tejocote y limas.

Los principales elementos de un altar de muerto son: cadenas de papel morado y amarillo que significan la unión entre la vida y la muerte; las flores blancas representan el cielo, las amarillas la

tierra y las moradas el luto; las velas significan la luz que guía el camino; el lienzo blanco indica la pureza; el cirio representa el alma sola; el incienso de copal simboliza el paso de la vida a la muerte; el maíz es el símbolo de la cosecha; el agua que da vida y energía para el camino; los alimentos que le gustaban al difunto para que continúe degustándolos; la fotografía de la persona a quien se dedica el tributo; una cruz de cal que simboliza los 4 puntos cardinales; sal para que el cuerpo no se corrompa; un camino formado con flores de cempasúchil y objetos personales del difunto.

Como se observa, tanto el día como el altar de muertos son dos tradiciones que se llevan a cabo en la misma fecha en nuestro país, esta es una celebración muy mexicana que se debe continuar transmitiendo a las generaciones venideras para que no se pierda nuestra cultura, la cual por cierto es digna de presumir. O como diría mi abuela, cuando las tradiciones y costumbres de un país se olvidan, la identidad de éste se pierde ¿No lo creen?

Marcos Antonio Santoyo Bernal

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Opinión

La Herencia de la Familia González Rodríguez: Un Laberinto de Corrupción y Poder

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Amaury Sánchez

La historia de la herencia de la familia González Rodríguez se ha convertido en un verdadero culebrón que pone de manifiesto las sombras que acechan a la justicia en Jalisco.

En un escenario donde un testamento legal designa claramente a Luis Rabinal González Rodríguez comoalbacea, la irrupción de sus sobrinos con laberintos legales logran imponer a Alejandro Escoto Ratcovich, en una sucesión intestamentaria ilegal, plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la influencia de intereses oscuros.

El Juez Octavo de lo Familiar, al parecer, ha decidido apoyar a un individuo que no tiene lazos familiares con los González Rodríguez, mientras que los verdaderos herederos se ven atrapados en un laberinto de maniobras legales que parecen más un juego de ajedrez que un proceso de sucesión.

La situación se complica aún más con la intervención de los hermanos González Uyeda, quienes, con sus peripecias legales, han dejado a los herederos en un estado de indefensión, lo que sugiere un alarmante nivel de fraude procesal y usurpación de funciones.

Lo que se presenta como un caso legal se revela, a través de los murmullos de quienes conocen la situación, como un entramado político de altas influencias. La colusión entre el poder judicial y ciertos grupos empresariales, representados por los sobrinos Abraham y Masayi, es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden prevalecer sobre la justicia. Estos individuos, que se presentan como defensores del «fair play» corporativo en foros como COPARMEX y CONCANACO, parecen haber olvidado los principios de ética y transparencia que predican.

La situación es aún más preocupante cuando consideramos que este caso podría ser uno de los más corruptos en la historia de Jalisco, y quizás de México. La manipulación de la ley y el uso de influencias para despojar a los legítimos herederos de su patrimonio no solo es un ataque a la familia González Rodríguez, sino un golpe a la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de lo que está en juego. Este no es solo un asunto familiar; es un reflejo de cómo el poder y el dinero pueden corromper el sistema judicial y despojar a las personas de sus derechos.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán las autoridades para restaurar la justicia en este caso? ¿Se permitirá que la corrupción y la impunidad sigan reinando en Jalisco? Queridos amigos, es momento de alzar la voz y exigir transparencia y justicia.

La herencia de la familia González Rodríguez no debe ser solo un tema de interés local, sino un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un Jalisco más justo y equitativo. ¿Qué opinan ustedes? La respuesta a esta pregunta podría ser el primer paso hacia un cambio necesario.

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Opinión

ES IMPERATIVO EL ESTADO DE DERECHO

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*Por Juan Carlos Hernández Ascencio.

Haciendo imperar el Estado de Derecho, una vez más los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostraron sentido ético y práctico en la revisión de la llamada controversia constitucional de reforma judicial, no se esperaba otro resultado para el país. Por lo que, suponemos que en la inteligencia de esa decisión es la salvaguarda de los principios basados en la ley y solo en ello y no otro propósito.

De parte de los integrantes de la Suprema Corte,quienes justo argumentaron que los motivos de su decisión fueron sustentados conforme a derecho; pues pensar en que la constitución política se puede manipular al gusto y capricho de quien sea es un despropósito de no querer la estabilidad política y social de este país, es decir por lo tensa que esté o se pueda poner la situación, no es propicia para generar complicaciones. En la votación hecha de los once ministros que aún conforman el pleno, tres ya muy conocidos votaron en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones de la temática presentada en un primer escenario.

Sin embargo, este fue el primer episodio, porque ya al entrar a el estudio profundo de la situación del tema ya no fue posible la votación en el mismo sentido y usted ya sabe el resultado final.

Hay que entender que las leyes están para cumplirlas, y para hacerse cumplir, si esto es así, solo queda hacer respetar el estado de derecho, ante ello se ha valoradola determinación conforme a los ministros que han mostrado sensibilidad también al llamado de la ciudadanía por conservar la justicia como es y como está hoy dia. Con la estructura como opera, con su carrera profesional y de especialización, que es un baluarte que ha hecho que su personal en todos los niveles puedan contar con la suficiente capacitación para desempeñar el no menos importante trabajo de impartir justicia a cabalidad.

Pese a que no quedará ahí pues hay otros “idealistas salvadores de la patria” que han anunciado la no aceptación de estas decisiones del pleno de los ministros, y harán valer, ahora que, por que sí, su razón política de no aceptar tal decisión, esto se va a poner más polémico de lo que se pensaba. Vaya momentos por los que atraviesa el país. Sus razones e intereses tendrán, empero lo que no debe hacerse es llevarlo a otros niveles de no diálogo y entendimiento.

Es necesario recordar la sana división de poderes yque es de relevante importancia la obligación de respetar la ley, todos; sin embargo, qué será lo que nose entiende, para sí hacerlo es el tener instituciones fincadas en la solvencia ética y profesional, que fundamente y sostengan el respeto al estado de derecho, a quién le hace mal, que México cuente con jueces, ministros, y demás personal entregados a su labor sin distinción y compromiso alguno tergiversado que no sea solo el de cumplir la ley y buscar el  bien común en las decisiones tomadas conforme a esta.

Más bien que sea el tiempo de que venga la paz social ahuyentando los demonios desestabilizadores del país y generando mejor la participación de la ciudadanía en el interesante proceso de trasformación de México, pues la democracia nos necesita una y otra vez. Sea como sea y venga lo que venga no dejemos que el país se desmorone, la paz pública descansa siempre en las instituciones creadas para tal fin, el derecho intrínseco de la ciudadanía se sostiene, en la simbiosis y el buen modo de emplear la integridad y honestidad de ejercerlo sin prebendas, compromisos o arrebatos. Edifiquemos para bien, sin menoscabar lo construido hasta ahora. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.

 

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Opinión

Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!

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Por: Amaury Fdo. Sánchez González

Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.

El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.

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