Opinión
El cómo no
• Son pocos, pero buscan a través del miedo y la desinformación decir que esta ley sería una catástrofe
Enrique Velázquez
Los representantes de la generación del no ya empezaron sus ataques a la ley de Libre Convivencia. Estos guardianes del conservadurismo y de la inmovilidad, están buscando con lupa elementos para desacreditar la iniciativa. Sus ojos están puestos en hacer que por enésima vez, el Congreso de Jalisco no pueda procesar una ley para dotar de derechos a miles de jalisciense que se encuentran al día de hoy sin protección jurídica. Son pocos, pero buscan a través del miedo y la desinformación decir que esta ley sería una catástrofe para los jaliscienses.
Los opositores se vienen contradiciendo permanentemente. Primero dijeron que no la votaban a favor porque era idéntica a la legislación del Distrito Federal y que por eso le abría la ventana al matrimonio entre personas del mismo sexo. Después se dieron cuenta que no era cierto, y ahora dicen que no la aprueban porque no es como la de la capital. Dicen que tiene inconsistencias. Bueno, suponiendo sin conceder que así sea, para eso es el proceso de comisiones, para remediar esas falencias y perfeccionar el trabajo que hacemos los diputados.
Dicen que abre una ventana a la adopción. Nosotros sabemos que no es cierto, pero sí se sienten más seguros, les ofrecimos la posibilidad de redactar ese artículo preciso de la forma en que los deje más tranquilos. Se negaron también y reafirmaron su postura en contra. Hemos dado la oportunidad de que mientras se mantengan los derechos de las uniones, podemos explorar las modificaciones pertinentes. No hay cerrazón, por el contrario, queremos debates, socialización y discusión. ¿Quién puede decir que no al enriquecimiento de la legislación?
Sin embargo, ese no es el problema, seamos francos.
El problema es que parten del hecho de que con la ley se les está haciendo una concesión a la comunidad lésbico-gay de Jalisco. No ven la iniciativa como una extensión obligatoria y democrática de derechos para todos, sino que la miran con los lentes de que están permitiendo que se regularice una alternativa de vida que no les gusta. Como dijo alguna vez el ex gobernador: no le han perdido “el asquito”. Es decir, están legislando con los ojos puestos en la defensa de sus valores tradicionales, y no en el bien público (o bien común como algunos dicen). La discriminación, la homofobia y la falta de tolerancia se encuentran en el corazón de sus reclamos. Si no ¿por qué no entrar a la discusión con mente abierta y una actitud constructiva? ¿Por qué tras citarse con el cardenal decidieron que era una ley con inconsistencias y peligrosa?
Sin embargo, ante su cerrazón absoluta, muchas asociaciones y grupos liberales han visto este tema como una batalla cultural. Un debate entre aquellos que creemos que no hay democracia sin demócratas, es decir no hay democracia sin igualdad y libertad. Y toda igualdad comienza con la ley. Y otro sector que cree que la sociedad civil comparte sus opiniones, miedos y discriminaciones. Recuerdo que nosotros como diputados estamos obligados a escuchar a nuestro electorado, y no sólo a los líderes eclesiásticos. Se llaman humanistas y toleran una sociedad donde no todos tenemos los mismos derechos. Incongruencias.
Este tipo de iniciativas lograron consensos en naciones del primer mundo hace dos o tres décadas. Como siempre, llegamos muy tarde a un mundo que se mueve y no nos va a esperar. Ni homosexuales, ni madres solteras, ni jefas de familia, ni jóvenes en unión libre se merecen vivir en un estado de indefensión jurídica. Somos más los que queremos vivir en una sociedad sin discriminación, tabúes, etiquetas y homofobia. Pasemos de la mediocridad y el conformismo del cómo no, a la imaginación y la construcción del cómo sí.
Opinión
La Herencia de la Familia González Rodríguez: Un Laberinto de Corrupción y Poder
Amaury Sánchez
La historia de la herencia de la familia González Rodríguez se ha convertido en un verdadero culebrón que pone de manifiesto las sombras que acechan a la justicia en Jalisco.
En un escenario donde un testamento legal designa claramente a Luis Rabinal González Rodríguez comoalbacea, la irrupción de sus sobrinos con laberintos legales logran imponer a Alejandro Escoto Ratcovich, en una sucesión intestamentaria ilegal, plantea serias interrogantes sobre la integridad del sistema judicial y la influencia de intereses oscuros.
El Juez Octavo de lo Familiar, al parecer, ha decidido apoyar a un individuo que no tiene lazos familiares con los González Rodríguez, mientras que los verdaderos herederos se ven atrapados en un laberinto de maniobras legales que parecen más un juego de ajedrez que un proceso de sucesión.
La situación se complica aún más con la intervención de los hermanos González Uyeda, quienes, con sus peripecias legales, han dejado a los herederos en un estado de indefensión, lo que sugiere un alarmante nivel de fraude procesal y usurpación de funciones.
Lo que se presenta como un caso legal se revela, a través de los murmullos de quienes conocen la situación, como un entramado político de altas influencias. La colusión entre el poder judicial y ciertos grupos empresariales, representados por los sobrinos Abraham y Masayi, es un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden prevalecer sobre la justicia. Estos individuos, que se presentan como defensores del «fair play» corporativo en foros como COPARMEX y CONCANACO, parecen haber olvidado los principios de ética y transparencia que predican.
La situación es aún más preocupante cuando consideramos que este caso podría ser uno de los más corruptos en la historia de Jalisco, y quizás de México. La manipulación de la ley y el uso de influencias para despojar a los legítimos herederos de su patrimonio no solo es un ataque a la familia González Rodríguez, sino un golpe a la confianza de la ciudadanía en las instituciones.
Es fundamental que los ciudadanos tomen conciencia de lo que está en juego. Este no es solo un asunto familiar; es un reflejo de cómo el poder y el dinero pueden corromper el sistema judicial y despojar a las personas de sus derechos.
La pregunta que queda en el aire es: ¿qué harán las autoridades para restaurar la justicia en este caso? ¿Se permitirá que la corrupción y la impunidad sigan reinando en Jalisco? Queridos amigos, es momento de alzar la voz y exigir transparencia y justicia.
La herencia de la familia González Rodríguez no debe ser solo un tema de interés local, sino un llamado a la acción para todos aquellos que creen en un Jalisco más justo y equitativo. ¿Qué opinan ustedes? La respuesta a esta pregunta podría ser el primer paso hacia un cambio necesario.
Opinión
ES IMPERATIVO EL ESTADO DE DERECHO
*Por Juan Carlos Hernández Ascencio.
Haciendo imperar el Estado de Derecho, una vez más los integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, mostraron sentido ético y práctico en la revisión de la llamada controversia constitucional de reforma judicial, no se esperaba otro resultado para el país. Por lo que, suponemos que en la inteligencia de esa decisión es la salvaguarda de los principios basados en la ley y solo en ello y no otro propósito.
De parte de los integrantes de la Suprema Corte,quienes justo argumentaron que los motivos de su decisión fueron sustentados conforme a derecho; pues pensar en que la constitución política se puede manipular al gusto y capricho de quien sea es un despropósito de no querer la estabilidad política y social de este país, es decir por lo tensa que esté o se pueda poner la situación, no es propicia para generar complicaciones. En la votación hecha de los once ministros que aún conforman el pleno, tres ya muy conocidos votaron en contra: Lenia Batres, Yasmín Esquivel y Loretta Ortiz. En sus decisiones de la temática presentada en un primer escenario.
Sin embargo, este fue el primer episodio, porque ya al entrar a el estudio profundo de la situación del tema ya no fue posible la votación en el mismo sentido y usted ya sabe el resultado final.
Hay que entender que las leyes están para cumplirlas, y para hacerse cumplir, si esto es así, solo queda hacer respetar el estado de derecho, ante ello se ha valoradola determinación conforme a los ministros que han mostrado sensibilidad también al llamado de la ciudadanía por conservar la justicia como es y como está hoy dia. Con la estructura como opera, con su carrera profesional y de especialización, que es un baluarte que ha hecho que su personal en todos los niveles puedan contar con la suficiente capacitación para desempeñar el no menos importante trabajo de impartir justicia a cabalidad.
Pese a que no quedará ahí pues hay otros “idealistas salvadores de la patria” que han anunciado la no aceptación de estas decisiones del pleno de los ministros, y harán valer, ahora sí que, por que sí, su razón política de no aceptar tal decisión, esto se va a poner más polémico de lo que se pensaba. Vaya momentos por los que atraviesa el país. Sus razones e intereses tendrán, empero lo que no debe hacerse es llevarlo a otros niveles de no diálogo y entendimiento.
Es necesario recordar la sana división de poderes yque es de relevante importancia la obligación de respetar la ley, todos; sin embargo, qué será lo que nose entiende, para sí hacerlo es el tener instituciones fincadas en la solvencia ética y profesional, que fundamente y sostengan el respeto al estado de derecho, a quién le hace mal, que México cuente con jueces, ministros, y demás personal entregados a su labor sin distinción y compromiso alguno tergiversado que no sea solo el de cumplir la ley y buscar el bien común en las decisiones tomadas conforme a esta.
Más bien que sea el tiempo de que venga la paz social ahuyentando los demonios desestabilizadores del país y generando mejor la participación de la ciudadanía en el interesante proceso de trasformación de México, pues la democracia nos necesita una y otra vez. Sea como sea y venga lo que venga no dejemos que el país se desmorone, la paz pública descansa siempre en las instituciones creadas para tal fin, el derecho intrínseco de la ciudadanía se sostiene, en la simbiosis y el buen modo de emplear la integridad y honestidad de ejercerlo sin prebendas, compromisos o arrebatos. Edifiquemos para bien, sin menoscabar lo construido hasta ahora. Otra vez que no llegue el rumor de la discordia.
Opinión
Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!
Por: Amaury Fdo. Sánchez González
Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.
El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.
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