Opinión
EL HOMBRE FATUO
Por Juan Carlos Hernández A.
La humildad en las personas no se da en macetas, no es como la semilla de campo silvestre que al llegar el agua brota y crece dando su fruto. No. Esta virtud es un hacer en el día a día en la persona una forma de formarse y sobre todo querer ser. Humildad en el sentido no de pobreza material sino como el de mostrar el bien y ser dócil, sensible, amigable, sencillo, pero que difícilmente se logra en el transcurso del tiempo, sobre todo; ahora que si por el contrario se es fatuo ello es un impedimento inmediato.
El hombre fatuo, es aquel que muestra ser engreído, presumido en su actitud, su comportamiento, bueno hasta en su forma de hablar lo demuestra con una dejadez de presunción que no son más que acciones contrarias a la prudencia del buen ser y hacer, y esos los hay por doquier con vanidades insulsas que se creen lo que no son, pero además demuestran un perfil de pobreza intelectual incapaces de aceptar errores o señalamientos por sus faltas, son o quieren ser el ajonjolí de todos los moles, quieren ser el niño del bautizo, el muerto del sepelio o el novio de la boda, es decir llamar la atención de los demás, quiere estar en todo, ser el centro de todo y para todos, opinar de todo -aunque muestre supina ignorancia- y no reconocen error alguno.
El mundo necesita más allá de hombres comunes, simplones como los hay por ahí, por allá y a cuya, la sociedad inmersa en las cosas ordinarias no requiere de gente mediocre, de gente ordinaria con ganas de no hacer mucho por nada ni nadie; el hombre fatuo se regocija en ese ambiente frívolo que no cosecha gracia y virtud, sino inacabada pleitesía y lisonja que son sus fórmulas para actuar sin menoscabo de demeritar su propia imagen.
Es hoy día de conservar otros nuevos hombres, esos hechos al sacrificio, al trabajo, a la entrega, forjados con la fragua de fuego y del golpe de martillo que forma carácter, que hace mejores ciudadanos en un país que los necesita, hombres con valores inamovibles, con ética y moral bien definida, que es parte de su actuar y les da credibilidad ante los demás justo por sus buenas obras. Hombres que no buscan la vanagloria y el falso reconocimiento, el espectáculo insípido, rustico y sin mérito.
El ideal del hombre deberá ser el prototipo que muestre el interés e toda perfección en lo que desea hacer, accionar en la sencillez, en la amabilidad y la entereza de soportar las vicisitudes de cada día, y emocionarse en el afán de salir avante de cualquier dificultad, ello no lo busca ni por asomo el hombre fatuo, ese hombre moderno que no quiere ni escuchar la palabra esfuerzo, lucha o el menor sacrificio para lograr sus objetivos. Créalo o no, pero tristemente vivimos hoy dia en una sociedad que ha cambiado mucho en los valores intrínsecos. Parece que perdemos la cultura del esfuerzo y del trabajo. Así estamos.
Empero, hay todavía gente de bien, y de buena cepa, de distinguida raza, con genética luchona, arriesgada a dar el todo por el todo, de claros pensamientos y de probada capacidad, gente bien nacida y educada en el seno familiar que son producto del sacrificio de cada día, que no descansa y que en su hacer y pensar no tiene tiempo de fijarse en lo que otros digan sobre su actuar, esa gente, esas mujeres y hombres cabales son todo menos fatuos. Usted como muchos más busque la perfección en sus pensamientos, que lo llevarán a buenas acciones. No se vanaglorie en la mera vanidad de ser fatuo, antes bien sea el más útil servidor en lo que su dignidad de persona le permita. ¡Hágale pues!
Opinión
Sello Rojo se olvidó de Don José Luis González Sánchez!
Por: Amaury Fdo. Sánchez González
Ayer, en una de esas pláticas de café que se alargan más que un chisme en la plaza Andares, mis amigos y yo nos encontramos discutiendo la vida de un personaje que, aunque ya no esté con nosotros, sigue dejando un sabor agridulce en el paladar de Jalisco: Don José Luis González Sánchez, el hijo del fundador de la famosa Lechera Sello Rojo.
¡Ah, Don José Luis! Un hombre que, desde 1961, se pasaba la vida conduciendo un camión de tres toneladas de Acatic a Guadalajara, como un empleado normal y como si fuera el Santa Claus de la leche, repartiendo felicidad en forma de lácteos.
Pero, ¡ay de mí! La historia de este noble hombre no es sólo un cuento de vaqueros con final feliz.
El año pasado, Don José Luis se despidió de este mundo en condiciones tan precarias, que hasta el más humilde de los queseros se habría sonrojado. Y aquí viene lo más triste: los que se sientan en el consejo de la lechera, esos que parecen más interesados en sus dividendos que en el legado de un hombre generoso, no le pagaron sus ganancias durante más de ocho años. ¡Ocho años! Eso es más tiempo del que muchos de nosotros hemos durado en una relación tóxica.
Don José Luis no sólo era un hombre de negocios; era un verdadero filántropo. Impulsó más de noventa cooperativas en todo el país, ayudando a la gente más pobre del campo. Un hombre educado y culto, que seguramente se revolvería en su tumba al ver cómo sus propios sobrinos lo dejaron en el abandono. ¿Oh, quiénes fueron los responsables de que sus últimos años fueran tan tristes? ¿Acaso la avaricia se apoderó de aquellos que debieron honrar su legado? La pregunta queda en el aire, como un buen queso añejo que no se atreve a caer.
Así que, amigos, mientras disfrutamos de un buen vaso de leche Sello Rojo, recordemos a Don José Luis no sólo como el más humilde y leal hombre de la industria lechera, que practicó la empatía con toda las personas del campo, sino como un hombre que merecía mucho más que el olvido y que alguien investigue a fondo qué pasó y quién le hizo tanto daño. Que su historia nos sirva de lección: en la vida, no todo es blanco y negro.
Opinión
LA EDUCACIÓN DEL MAÑANA: OPORTUNIDAD DE HOY
Por Juan Carlos Hernández A.
La educación en México ha sido deficiente por múltiples variables, aun así, hay oportunidad de crecer y enfocarse en el aprendizaje de calidad para beneficio del estudiantado en todos los niveles educativos. Hay estrategia, planeación y buenas intenciones, claro que sí, el punto es cómo hacer para perfeccionar aún más y mejor las oportunidades a lo largo y ancho del país, para que sí suceda.
Ante la premisa de que a menor educación más populismo, mayor manipulación y más desigualdad en oportunidades profesionales en el futuro inmediato, nos encontramos en un dilema: superar las necesidades del conocimiento con atención pronta o declinar en la inteligencia de que ignorar el tema se haga aún más profunda la crisis para el futuro de los mexicanos; que hoy por hoy se que requieren las oportunidades para fincar su futuro próximo en el estudio.
Cuando se da con el corazón se da mucho, aunque sea poco, justo eso es lo que hacen los profesores en el aula día a día, para engrandecer la educación que imparten, no es mucho el tiempo del dia, pero es de calidad y entrega, lo bueno será que sean mas profesores en más aulas y de mayor calidad con oportunidades de crecimiento, para ambos lados estudiantes y el magisterio.
Es claro que la calidad educativa existe, y hay muchas instituciones tanto públicas como privadas que ofrecen varias asignaturas y niveles de grados y postgrados en que hay una real innovación. Lo que será importante es permear esa calidad a todo el país, sin dejar de atender la causa primera de la educación que es el conocimiento en la inteligencia de buscar la verdadpara el servicio del hombre. ¿O acaso hay otro propósito? Educación se necesita para superar el estatus del ordinario vivir, pues a mayor ciencia mejor entendimiento y facilidad de ser tomado en cuanta en la competitividad en la que hoy vivimos. Conocer hace más fácil la vida.
Estemos atentos los esfuerzos de la promoción que sobre educación haya y valoremos perfiles, ideas y ofrecimientos reales y alcanzables, como por ejemplo las becas que se ofrecen. No está por demás aplicar la rigurosa observancia al comportamiento de quienes desean gobernar este país a lo largo y ancho y en sus tres niveles pues todos en sus atribuciones son responsables de velar por las instituciones educativas en el entendido que están para actualizar la curricula en aras de buscar mejores ofrecimientos al estudiantado.
Conocedores de que hay variadas alternativas de educación y contenidos, busquemos lo que mejor acomode a los propios intereses sin perder el objetivo de contar con la oportunidad de crecer pues la constante en la vida es seguir aprendiendo. Usted observe, proponga y delibere qué y dónde estudiar, o hay mejor educación que la actual para pensar en el mañana, cierto es que nacimos sin conocimiento y en la ignorancia, pero cada quien elige morir con más sabiduría o menos. Emprendamos la búsqueda de la educación hoy para estar mucho mejor en el futuro.¡Hágale pues!
Opinión
OBRAR CON CONCIENCIA
Por Juan Carlos Hernández Ascencio
La palabra conciencia parece provenir del latín cum scientia, esto es, con conocimiento. Cicerón y Santo Tomás le dan el sentido de «conciencia común con otros» El ser humano en la búsqueda de la verdad, se plantea preguntas que le permitan conocer en su entorno y lo que posee, tanto material e intangible, es así como cuestiona una idea, una filosofía y toda cosa nueva que en su ambiente se le presente como novedad, en ello ha de tener cuidado en no tomar temas equivocados o erróneos respecto a esa verdad que busca en el día a día, y sobre ello acciona cada toma de decisión en conciencia.
Como cita el libro Ética o Filosofía Moral: “la mentalidad racionalista concibe a la conciencia como un depósito interior de contenidos morales innatos, una especie de enciclopedia moral con la que todo hombre viene al mundo. Se trata de un craso error. La conciencia ni siquiera es una facultad, menos aún el contenido innato de un compendio subjetivo. La conciencia es un juicio intelectual. Tiene dos variantes: la primera es el juicio que determina si un acto es o no voluntario; la segunda, el que determina si un acto voluntario se asimila o contraria a la ley moral o a la recta razón. En ocasiones puede confundirse el consentimiento moral con la simple atracción del lado positivo de un acto proscrito. Ante la duda, la “conciencia » mediante un juicio reflexivo aclara si hubo acto voluntario, ya que solo este es sujeto de moralidad. *
Como también lo citaba Pitágoras, en el examen de conciencia en el que articulaba tres preguntas: qué hice, cómo lo hice y por qué lo hice, y con ello se mejoraba en mucho el comportamiento de las personas; por su parte San Ignacio de Loyola, recuerda que sin hacer examen de conciencia resulta imposible progresar en santidad y en perfección. Quizá no tenemos tanto apego en ello, pero si al menos en intentar contar con que tenemos conciencia y estar al pendiente de ella, sabernos conocedores de que es de suma importancia hacer un espacio en el día, para recapacitar en nuestros actos de uno y otro día.
Según los principios morales, aunque se considera que el acto obrado es libre, no se puede caer en el error de que tenemos libertad de conciencia.
No se puede considerar a la conciencia como el supremo e independiente árbitro del bien y el mal, más bien hay que entender que la misma está sujeta a las leyes morales y a su vez a las leyes naturales y divinas. Entonces la conciencia no es una potencia como el entendimiento. No es un hábito como la ciencia. Es más bien un acto producido por el entendimiento a través del hábito de la prudencia, y puede ser adquirida o infusa.
El punto es sabernos conocedores de que obramos en conciencia, las más de las veces, aunque también lo hacemos en modo inconsciente, pues hemos tomado decisiones equivocadas por no tener la prudencia en conciencia de pensar antes de actuar, somos pues individuos que podemos equivocarnos sino no tenemos la precaución de pensar, razonar e interiorizar en nuestra propia conciencia para obtener mejores resultados en todo lo que hagamos. Entonces lo que se debiera hacer es examinar cuáles son las causas que nos hacen errar, para así erradicar el error con total conocimiento y por su puesto con la voluntadpropia de generar mejores condiciones de vida y despojarnos de esas pequeñas fallas que nos están acechando e impidiendo ser mejores personas.Hacernos el propósito de tener presente que debemos obrar en conciencia nos alejara de fallas y quizás de graves errores, ponga de su parte y sea feliz, usted lo puede hacer. ¡Hágale pues!
* Ética o Filosofía Moral. -Luz García Alonso.
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